Ya llegan las primeras lluvias, las gotas resbalan
en los cristales de las ventanas causando un efecto óptico extraordinario, al
mirar a través de esos vidrios empañados y mojados a una también se le humedece
el alma al ver como el cielo llora evocando sentimientos de añoranza. Recuerdos
que las nubes a su paso dejan sueltos a su libre albedrío, sin tener en cuenta a
quien empapan esas lagrimas agridulces que lo impregnan todo de nostalgia.
Curioso el otoño que te cambia el orden de los sentidos acentuando cada palabra
de amor, anudando con hilo fino cada sin sabor dentro de los corazones
entregados a la pasión. Se convierte todo en onírico, las mariposas juegan al
escondite y se ocultan entre los enredos de tu pelo y los pájaros explotan en
bandada para huir de los boleros de voz quebrada cantando al desamor, esas rimas perfectamente imperfectas
traídas por el viento feroz, sediento de soledad.
Felipe López Lozano© |
Hasta los perros y los gatos buscan por la casa algo
sin saber el que, quizás en esa búsqueda fortuita y desprogramada quieren
encontrar una pizca de normalidad, deambulando por el laberinto de las luces y
las sombras dibujadas en escala de grises con lápices acuarelables.
Apenas suena el teléfono y si lo hace es con afonía,
el equipo de música se ha quedado mudo, el timbre de la puerta se muestra
“Nerudiano”, así, ausente y la lavadora ha hecho voto de silencio. Sólo se
escucha el murmullo de la lluvia, el susurro del aire y el cimbrear de las
hojas tiritando de frio por las bajadas
de temperaturas, desplegándose en vuelo descendente a cámara lenta para tocar el
suelo y caer rendidas a los pies de los árboles que poco a poco se van quedando
desnudos.
Y todo parece detenerse alrededor, tu caminas pero
el tiempo no, la arena del reloj se queda colgando en el espacio desde el
primer grano al último sin llegar a su destino, paralizando cada beso, cada
caricia…cada emoción de esos amores que
son prisión pidiendo a gritos en silencio ser puestos en libertad sentimental.
Y así, esta estación de ocres y claroscuros
recoge en su particular anden a los transeúntes
sonámbulos para taparlos con la manta del hastío, avisando por megafonía que las ganas vienen envueltas
de pereza y llevando los sentimientos al
extremo en un trayecto de altos y bajos en un tren de letanías; donde en la
próxima parada no sabrás si apearte o continuar el viaje porque estarás absorta
observando por la ventanilla, como siguen aterciopelándote la piel sin siquiera
tocarte, esas gotas minúsculas de agua y sintiendo como caen en tus labios hojas
escritas de poesía y versos canallas, anunciando que el otoño es el único
protagonista y la fuente de inspiración por excelencia de los amantes rotos y
de los drogodependientes de una sustancia llamada amor.
Sonia Abellán Montero©
Sonia Abellán Montero©