Hace poco fui a un homenaje a las víctimas
del Franquismo, yo no es que sea una entendida referente a esa España negra que
todavía tiene resquicios convertidos en sombras que siguen acechando desde el
pasado y que en ciertos círculos todavía está muy presente su herencia. Cuando alguien recibe una herencia, enseguida
pensamos en bienes materiales, una casa, un terreno, dinero…un legado de cosas
que hacen que la vida sea más llevadera. Pero hay otros herederos que no han
tenido tanta suerte, porque lo que han obtenido es una herencia llena de miedo,
dolor e incertidumbres. Parte de esa conferencia reflejaba los testimonios de
personas mayores que vivieron esos tiempos con tanta intensidad que siguen
recordando esa tragedia como si hubiese transcurrido ayer mismo, recuerdos nítidos
en la que una gran porción de su memoria echó el ancla en un mar de dudas, con
un fondo de aguas sucias y una espina clavada en sus corazones, imposible de
arrancar. Ellos son los hijos del silencio.
Esas voces que a pesar de sus gritos siguen
sin ser escuchadas. Esas historias de personas, de sus familias en las que un
mal día desordenaron sus vidas convirtiéndolas en un puzle al que le faltan
piezas, porque hay quien las escondió a buen recaudo pensando que tapando lo
evidente, el delito sería menos y las conciencias serían lavadas con el paso de
los años. Pero se olvidaron echar una buena dosis de detergente y suavizante;
cuando la lavadora se pone en marcha con agua nada más para lavar la ropa
sucia, esa ropa huele mal y es necesario airearla, eso de que los trapos sucios
se lavan en casa, en este caso va a ser que no. Sencillamente porque son los
trapos sucios, la basura y miserias que Franco y sus secuaces fueron dejando de
puerta en puerta, de casa en casa. Y aunque “Tito Paco” pasó a mejor vida (para
algunos no hay mejor vida que la muerte o el no haber nacido), espero que si
Dios existe No lo tenga en su gloria ni Satanás en el infierno porque allí
sería inmensamente feliz a la Derecha de su padre, espero y deseo que se encuentre en tierra o cielo de
nadie; sólo, sin rumbo y perdido en el laberinto de la eternidad sin un Teseo
que lo salve y Si con un Minotauro que lo persiga sin descanso. Esos son mis
deseos si me pongo en modo psicópata, mis anhelos más oscuros, negros como la
noche pero necesarios como el devolver las vidas que robó, restituir las
dignidades que arrancó de raíz y que los cómplices y sicarios que siguen vivos
tan culpables o más que el que les dio las ordenes, paguen por sus actos poniéndose
de una vez por todas en el banquillo de los acusados, ante una justicia que se quite esa venda que la
ciega y dejando caer el peso en el lado de la balanza que se merecen, todo el
peso de esas personas muertas, de esos niños sin padres y de esos padres sin
hijos, de esas mujeres violadas, de esos hogares destrozados y de esos
entierros que todavía décadas después no se han hecho. Que por fin los hijos
del silencio puedan despojarse del saco de la humillación y que puedan hablar
de su dolor sin miedo.
Que María no tenga que decir que su madre
murió en su parto en vez de decir que el último recuerdo de niña que tiene, es
ver como una tarde se llevaban a su mama unos “hombres” uniformados y armados a
saber dónde, a hacerle a saber qué y sin saber ¿por qué? para no verla más y dejarla crecer para que un
día se diera con la verdad en la cara y enterarse en el pueblo que a su madre
la habían fusilado después de vejarla sin darle la opción de poder velarla,
enterrarla y llevarle flores cada aniversario de su muerte porque ni hay nicho ni partida de
defunción que ponga la fecha, hora y motivo de su asesinato. (Hablemos claro,
no murieron, los asesinaron).
Que a Pepe le borren de la mente que su
abuelo duerme cada noche en una fosa en medio de a saber qué campo o bosque y
que al padre de Pepe antes de que se lo lleve el tiempo pueda dormir tranquilo
aunque solo sea una noche y que su último sueño sea que abuelo, hijo y nieto
van por el monte cogidos de la mano.
Que a Justo le devuelvan el significado de su
nombre, que las cenizas de su padre y hermanos tenga un lugar donde descansar,
en su tierra donde crezca el árbol de la verdad, de la vida y la libertad.
Que todas esas muertes, valgan la alegría de
recomponer tantas familias rotas y dejen de valer la pena, porque bastantes
penas ya han pasado.
Y que para los que no les sea posible por
ahora ese encuentro con sus antepasados errantes, sigan teniendo las esperanza
de que en algún momento, que algún día, la Justicia se presente en sus casas con
una misiva del Gobierno de España diciendo:
-Nos complace comunicarle, que los restos de
su familiar “fulano de Tal”, han sido hallados y pronto le serán devueltos. Que
los responsables que siguen vivos “mengano y zutano de cual”, pagaran los
asesinatos y atentados a los Derechos Humanos cometidos. Serán llevados ante la
Justicia y las leyes comprometiéndonos a que se cumplan a rajatabla. Sentimos
su dolor, sus noches en vela, sus dudas, su desamparo, su tristeza, las
calamidades que han soportado. Sentimos que sus almas no hayan tenido descanso
y que halláis sido durante tanto tiempo los hijos del silencio. Pedimos perdón
por haber hecho caso omiso a vuestros gritos.
Y yo, mientras tanto, seguiré imaginando que
mi bisabuelo, (cuando mi abuelo tenía 3 años), lo hirieron pero no de muerte.
Que pudo escapar, se subió a un barco y logró sobrevivir a una España tan negra
que hizo de la propia vida noches en vela y tardes de sangre.
-Oye, hijo mío, el silencio.
Es un silencio ondulado,
un silencio,
donde resbalan valles y ecos
y que inclina las frentes
hacia el suelo.
El silencio - Poemas de Federico García. (1898-1936).
Poeta Granadino de la Generación del 27.
Gay, Republicano, Fusilado.
GENOCIDIO: Exterminio o eliminación
sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o
nacionalidad.
Sonia Abellán Montero©