domingo, 6 de noviembre de 2016

Verde que te quiero...verde.


Muchas veces sueño que vivo en el paraíso, que todo es idílico y me pierdo en esa belleza onírica donde todo está lleno de color, donde los arboles guardan las calles y parques, donde la sierra luce verde y el celeste del cielo ilumina esta utopía mía. En ocasiones fantaseo con que este mundo gira a la velocidad de mi ilusión, una ilusión donde la armonía, el respeto por todo y los buenos modales van cogidos de la mano, se abrazan fuerte y no se sueltan, tan sólo dejan espacio para que la brisa del mar sazone nuestras almas, que el levante traiga ese poquito de sal que hay que ponerle a la vida para que no amargue los corazones y  que el poniente la tatúe en nuestras pieles.

Sigo soñando a menudo, que mi Línea se viste de gala, que todos somos hermanos cuidando a nuestra madre como buenos hijos, que la amamos tanto que la queremos poner en el pedestal que se merece, en lo más alto de nuestra escala de valores. Y hay veces que despierto y me da un golpe de realidad, un mazazo que sube desde la boca del estómago hasta mi garganta, para hacerle un nudo con una corbata de desesperanza que aprieta y casi ahoga. Es entonces cuando la rabia contenida corta ese nudo y se convierte en rabia sostenida en el limbo de la incertidumbre, en la duda, en el desencanto de saber que sí que vivo en un paraíso pero abandonado al olvido, desahuciado y desterrado a la dejadez más absoluta de una minoría de malos hijos desagradecidos y otra minoría de hijos que se venden al mejor postor, estos últimos, hijos traicioneros que prometieron darle su lugar a mi Línea y dejaron que esa palabra al deshonor se la llevara el viento en forma de favores presuntuosos y de cajas llenas de contrabando de influencias, donde solo cuenta a ver quién tiene más, a ver quién la exprime más.

Y los otros hijos, los buenos, los que la amamos de verdad, los que a la vez amamos a nuestros hijos queriendo un hogar y una vida mejor, lloramos en los hombros de nuestra madre intentando aguantar el tipo y buscando la forma de decirle a la que nos cobija bajo sus alas, que los otros no son hijos y que si lo son, no miran por ella. ¿Cómo se le dice a una madre que tiene algunos hijos que le están robando la alegría?, ¿que la oprimen y que se han convertido en sus verdugos?.
Felipe López Lozano©

Entonces los hijos buenos, deciden no callar, no aguantar la situación. Deciden actuar, hablar entre ellos y hacer lo que tienen que hacer. Defender a su madre, cuidarla y mimarla, respetarla y teñir sus canas de color esperanza y curar sus heridas con lo único que hace que se cierren las cicatrices…con amor.

Se levantan el domingo por la mañana temprano, hoy no se está en la cama hasta las tantas como manda el protocolo, hoy hay que prepararle el desayuno a nuestra madre. Los buenos hijos nos vestimos de esperanza, nos maquillamos con nuestra mejor sonrisa y nos juntamos todos  entre el mar y el campo para darle oxígeno puro y que no tenga que ser asistida de forma artificial, le llevamos oxigeno nuevo a los pulmones de La Línea, los queremos verdes, los queremos fuertes…los queremos. Y es entonces cuando te das cuenta que esas dos minorías, los malos hijos, no se van a salir con la suya, no van a arrebatarnos a nuestra madre para hacerla esclava y mendiga, nuestra madre es una guerrera que tiene muchos soldados que la defiendan. Muchos hijos que con sus nietos la quieren verde, la quieren blanca, amarilla, azul, roja, lila...la quieren poli cromática, la quieren libre. La quieren como solo los verdaderos hijos quieren a las madres, con mucho amor y del bueno, la quieren de color con sus luces y que las únicas  sombras que tenga su vida, sean  las sombras de los árboles.

Hoy quiero decir, que estoy tremendamente orgullosa de mis hermanos linenses, de mi Línea y su buena gente, de mi familia adoptiva y que si seguimos juntos, si no soltamos ese hilo invisible que nos une, ganaremos la guerra, porque hoy hemos ganado otra batalla, hemos plantado vida,  hemos trasplantado esperanza, hemos hecho de nuestra capa un sayo, hemos creado una Línea mejor. Porque sencillamente, creemos por encima de todo y todos en nuestra madre. Y que los malos hijos no se confundan, que esa madre soltera y huérfana desde siempre, tiene quien la defienda…sus hijos buenos.

VERDE QUE TE QUIERO…VERDE.

Mi reconocimiento en especial y apoyo a Sara Cintranos Ramos, promotora de sueños en la Universidad de la Constancia y a todas las entidades colaboradoras y por supuesto a MIS BUENOS HERMANOS. Gracias por no hacerme sentir que estoy sola, por demostrarme que si se puede. Un abrazo enorme para cada uno de vosotros. Desde mi Línea con mucho amor.   


Sonia Abellán Montero©