domingo, 9 de octubre de 2016

Every Breath You Take...


No me hace falta mucho para hablar de ti, no necesito musas ni inspiración, hay sentimientos que perduran en el tiempo y matan al olvido. Solo tengo que cerrar los ojos como ahora, escuchando nuestra canción que con los primeros acordes se me encoje la vida y me hago chiquitita, (menos mal que una aprendió en sus tiempos mozos Taquigrafía y que hay un corrector de ortografía incorporado en el programa con el que escribo). Y mientras traslado estas letras a este rincón, me siento niña otra vez, a tu lado regresando al país de nunca jamás, saltando por los bordes de la inocencia y jugando en el recreo de la inconsciencia. Y sigo aquí  separada por nuestros mares de sal y azúcar, nadando a veces contra corriente con la ausencia de tu presencia física, pero anudada con hilos invisibles a tu corazón, a la niña que hay en ti. Y mis parpados siguen en reposo,  viendo con los ojos del alma como nos columpiamos en los recuerdos a pesar de los kilómetros medidos en  años, en arrugas y canas. Tiro de memoria y no alcanzo a encontrar el segundo exacto donde se juntó nuestra niñez, sólo sé por lo que cuenta mi madre, que la primera vez que te vio estabas asomada a la ventana de tu casa, con tus coletas pequeñas a la medida de tu estatura, observando curiosa a los nuevos vecinos, sin imaginar que la niña que se mudaba a la puerta de al lado llegaría a ser tu hermana, ese tipo de hermanas que no llevan la misma sangre, ni apellidos  y es que  no hace falta que nuestros ADN estén mezclados  para sentirnos familia. Dicen, que los amigos son la familia que una escoge y va a ser eso que dicen por ahí, que es verdad verdadera.

Hoy es tu cumpleaños y como tantos este también me lo pierdo, una se acostumbra a este tipo de situaciones, las asimila dejándolas en el cajón de la indiferencia quizás para que duela menos no poder brindar contigo o simplemente porque hemos aprendido a celebrar la vida con sus altos y sus bajos cada vez que tenemos la oportunidad de vernos y de abrazarnos aun pasando años desde un encuentro al otro, sobrevivimos al calendario festejando cada minuto que pasamos juntas como si fuera el último y a la vez el primero. Menos mal que existen las tecnologías para acercarnos la una a la otra cada día y menos mal que existe todavía el amor puro e inocente de nuestra infancia que se resiste a perderse en nuestras edades adultas.

Sólo quiero decirte lo que ya sabes, que te extraño en las cosas pequeñas, en el café y el cigarro. En los juegos de nuestros hijos y en alguna que otra juerga. En las lágrimas mojando nuestros hombros y en los abrazos porque sí, en las carcajadas de los chistes malos, en el ir de compras aunque no me guste, en las mudanzas que hemos hecho y en las que nos quedan por hacer…en todas esas cosas livianas que hacen de los días un ritual para que la realidad pese menos. Y sin embargo, no te añoro en las grandes cosas, cuando tengo el alma mojada o el corazón herido, cuando la sangre de mis venas corre a galope creyendo que van a estallar de dolor, o cuando mis emociones y sentimientos a veces están a flor de piel y otras a flor de hiel. No te echo de menos cuando una de mis mañanas me parece una pesadilla de la que quiero despertar o si siento que me lanzo al abismo de la tristeza sin paracaídas. Y no me arrastro a la melancolía porque sé que estás ahí, a mi lado, en mis recuerdos y mi memoria, en la distancia que nos recorta los cuerpos para pegarlos en el álbum de fotos. Que a pesar de no estar presentes en nuestro que hacer diarios estamos cuando tenemos que estar, en el paso del tiempo, ajustándonos los cinturones de nuestra amistad para que no se nos caigan los pantalones en cualquier descuido si nuestras mentes andan dispersas. Las dos sabemos que siempre, siempre tu mano estará para levantarme y la mía para guiarte cuando estés perdida. Como cuando éramos pequeñas y jugábamos en el rellano de nuestras casas o abajo en La Luna.

Siempre estaré los domingos dando golpecitos desde la pared de mi habitación, la que daba al cuarto de tus padres para ver si estas despierta y siempre estaré esperando a que me devuelvas ese toc toc para decirme que ya estas lista para desayunar, jugar, reír y saltar.  Te quiero hermana. Mi bruja de la buena suerte.

AMISTAD: afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato. (Y yo añado) Sobreviviendo al paso del tiempo, la distancia y la realidad.



Gracias por haberte quedado con nosotros, por no juzgarme, no hacerme reproches, por aguantar la intensidad de mi vida…por ser esa clase de persona que todo el mundo debería tener a su lado.
 


Menudas éramos
 
¿Te acuerdas cuando éramos menudas?
Tú corrías por la calle y yo saltaba a tu lado,
para llegar a la Luna con las manos desnudas,
la sonrisa en la mirada y el cuerpo sudado.
¿Recuerdas cuando empezaba a nevar?,
venías a buscarme envuelta en ropa de más
yo con la prisa la bufanda me volvía a olvidar
y como siempre al trote mis hermanos detrás.
¿Y cuándo hacíamos trampas  al escondite?
Tú tenías guardadas las llaves del trastero
y mientras yo jugaba con el resto al despiste,
ya te habías ocultado en aquel oscuro agujero.
Entre risas, muñecas, bicis y cuentos crecimos
y todo lo cambiamos por amores y un radio cassette
y  así, como dos guerreras el camino seguimos,
pintando corazones de tiza en el suelo y la pared.
¿Te acuerdas que menudas éramos?
Yo a cada pisada, en cada día y a cada estación,
Orgullosa de lo que fuimos y de lo que somos:
Amigas del alma, hermanas dignas de admiración.


 



No hay comentarios:

Publicar un comentario