No me hace falta mucho para hablar de ti, no
necesito musas ni inspiración, hay sentimientos que perduran en el tiempo y
matan al olvido. Solo tengo que cerrar los ojos como ahora, escuchando nuestra
canción que con los primeros acordes se me encoje la vida y me hago chiquitita,
(menos mal que una aprendió en sus tiempos mozos Taquigrafía y que hay un
corrector de ortografía incorporado en el programa con el que escribo). Y mientras
traslado estas letras a este rincón, me siento niña otra vez, a tu lado
regresando al país de nunca jamás, saltando por los bordes de la inocencia y
jugando en el recreo de la inconsciencia. Y sigo aquí separada por nuestros mares de sal y azúcar,
nadando a veces contra corriente con la ausencia de tu presencia física, pero
anudada con hilos invisibles a tu corazón, a la niña que hay en ti. Y mis parpados
siguen en reposo, viendo con los ojos
del alma como nos columpiamos en los recuerdos a pesar de los kilómetros medidos
en años, en arrugas y canas. Tiro de
memoria y no alcanzo a encontrar el segundo exacto donde se juntó nuestra niñez,
sólo sé por lo que cuenta mi madre, que la primera vez que te vio estabas
asomada a la ventana de tu casa, con tus coletas pequeñas a la medida de tu
estatura, observando curiosa a los nuevos vecinos, sin imaginar que la niña que
se mudaba a la puerta de al lado llegaría a ser tu hermana, ese tipo de
hermanas que no llevan la misma sangre, ni apellidos y es que
no hace falta que nuestros ADN estén mezclados para sentirnos familia. Dicen, que los amigos
son la familia que una escoge y va a ser eso que dicen por ahí, que es verdad
verdadera.
Hoy es tu cumpleaños y como tantos este también me
lo pierdo, una se acostumbra a este tipo de situaciones, las asimila dejándolas
en el cajón de la indiferencia quizás para que duela menos no poder brindar
contigo o simplemente porque hemos aprendido a celebrar la vida con sus altos y
sus bajos cada vez que tenemos la oportunidad de vernos y de abrazarnos aun pasando
años desde un encuentro al otro, sobrevivimos al calendario festejando cada
minuto que pasamos juntas como si fuera el último y a la vez el primero. Menos
mal que existen las tecnologías para acercarnos la una a la otra cada día y
menos mal que existe todavía el amor puro e inocente de nuestra infancia que se
resiste a perderse en nuestras edades adultas.
Sólo quiero decirte lo que ya sabes, que te extraño
en las cosas pequeñas, en el café y el cigarro. En los juegos de nuestros hijos
y en alguna que otra juerga. En las lágrimas mojando nuestros hombros y en los
abrazos porque sí, en las carcajadas de los chistes malos, en el ir de compras
aunque no me guste, en las mudanzas que hemos hecho y en las que nos quedan por
hacer…en todas esas cosas livianas que hacen de los días un ritual para que la
realidad pese menos. Y sin embargo, no te añoro en las grandes cosas, cuando
tengo el alma mojada o el corazón herido, cuando la sangre de mis venas corre a
galope creyendo que van a estallar de dolor, o cuando mis emociones y
sentimientos a veces están a flor de piel y otras a flor de hiel. No te echo de
menos cuando una de mis mañanas me parece una pesadilla de la que quiero
despertar o si siento que me lanzo al abismo de la tristeza sin paracaídas. Y
no me arrastro a la melancolía porque sé que estás ahí, a mi lado, en mis
recuerdos y mi memoria, en la distancia que nos recorta los cuerpos para
pegarlos en el álbum de fotos. Que a pesar de no estar presentes en nuestro que
hacer diarios estamos cuando tenemos que estar, en el paso del tiempo,
ajustándonos los cinturones de nuestra amistad para que no se nos caigan los
pantalones en cualquier descuido si nuestras mentes andan dispersas. Las dos
sabemos que siempre, siempre tu mano estará para levantarme y la mía para
guiarte cuando estés perdida. Como cuando éramos pequeñas y jugábamos en el
rellano de nuestras casas o abajo en La Luna.
Siempre estaré los domingos dando golpecitos desde
la pared de mi habitación, la que daba al cuarto de tus padres para ver si
estas despierta y siempre estaré esperando a que me devuelvas ese toc toc para
decirme que ya estas lista para desayunar, jugar, reír y saltar. Te quiero hermana. Mi bruja de la buena
suerte.
AMISTAD: afecto personal, puro y desinteresado,
compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato. (Y yo añado)
Sobreviviendo al paso del tiempo, la distancia y la realidad.
Gracias por haberte quedado con nosotros, por no
juzgarme, no hacerme reproches, por aguantar la intensidad de mi vida…por ser
esa clase de persona que todo el mundo debería tener a su lado.
Menudas éramos
¿Te acuerdas cuando éramos menudas?
Tú corrías por la calle y yo saltaba a tu lado,
para llegar a la Luna con las manos desnudas,
la sonrisa en la mirada y el cuerpo sudado.
¿Recuerdas cuando empezaba a nevar?,
venías a buscarme envuelta en ropa de más
yo con la prisa la bufanda me volvía a olvidar
y como siempre al trote mis hermanos detrás.
¿Y cuándo hacíamos trampas al escondite?
Tú tenías guardadas las llaves del trastero
y mientras yo jugaba con el resto al despiste,
ya te habías ocultado en aquel oscuro agujero.
Entre risas, muñecas, bicis y cuentos crecimos
y todo lo cambiamos por amores y un radio cassette
y así, como
dos guerreras el camino seguimos,
pintando corazones de tiza en el suelo y la pared.
¿Te acuerdas que menudas éramos?
Yo a cada pisada, en cada día y a cada estación,
Orgullosa de lo que fuimos y de lo que somos:
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