sábado, 15 de octubre de 2016

Y caen las hojas...


Ya llegan las primeras lluvias, las gotas resbalan en los cristales de las ventanas causando un efecto óptico extraordinario, al mirar a través de esos vidrios empañados y mojados a una también se le humedece el alma al ver como el cielo llora evocando sentimientos de añoranza. Recuerdos que las nubes a su paso dejan sueltos a su libre albedrío, sin tener en cuenta a quien empapan esas lagrimas agridulces que lo impregnan todo de nostalgia. Curioso el otoño que te cambia el orden de los sentidos acentuando cada palabra de amor, anudando con hilo fino cada sin sabor dentro de los corazones entregados a la pasión. Se convierte todo en onírico, las mariposas juegan al escondite y se ocultan entre los enredos de tu pelo y los pájaros explotan en bandada para huir de los boleros de voz quebrada cantando al  desamor, esas rimas perfectamente imperfectas traídas por el viento feroz, sediento de soledad.
Felipe López Lozano©
Hasta los perros y los gatos buscan por la casa algo sin saber el que, quizás en esa búsqueda fortuita y desprogramada quieren encontrar una pizca de normalidad, deambulando por el laberinto de las luces y las sombras dibujadas en escala de grises con lápices acuarelables.
Apenas suena el teléfono y si lo hace es con afonía, el equipo de música se ha quedado mudo, el timbre de la puerta se muestra “Nerudiano”, así, ausente y la lavadora ha hecho voto de silencio. Sólo se escucha el murmullo de la lluvia, el susurro del aire y el cimbrear de las hojas tiritando de frio  por las bajadas de temperaturas, desplegándose en vuelo descendente a cámara lenta para tocar el suelo y caer rendidas a los pies de los árboles que poco a poco se van quedando desnudos.
Y todo parece detenerse alrededor, tu caminas pero el tiempo no, la arena del reloj se queda colgando en el espacio desde el primer grano al último sin llegar a su destino, paralizando cada beso, cada caricia…cada emoción  de esos amores que son prisión pidiendo a gritos en silencio ser puestos en libertad sentimental.
Y así, esta estación de ocres y claroscuros recoge  en su particular anden a los transeúntes sonámbulos para taparlos con la manta del hastío,  avisando por megafonía que las ganas vienen envueltas de pereza y  llevando los sentimientos al extremo en un trayecto de altos y bajos en un tren de letanías; donde en la próxima parada no sabrás si apearte o continuar el viaje porque estarás absorta observando por la ventanilla, como siguen aterciopelándote la piel sin siquiera tocarte, esas gotas minúsculas de agua y  sintiendo como caen en tus labios hojas escritas de poesía y versos canallas, anunciando que el otoño es el único protagonista y la fuente de inspiración por excelencia de los amantes rotos y de los drogodependientes de una sustancia llamada amor.


Sonia Abellán Montero©

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